dimecres, 11 d’abril del 2012

Vertederos de felicidad














Vivimos en una época de incertidumbre. La gente va perdida. En ello está la clave. Las personas han dejado de ser personas individualmente. Vivimos en un período de zombies.
Pero, entre todos ellos, hay unos cuantos, en pequeños espacios, que destacan. No para nadie, si no para ellos mismos.
Dedican su tiempo libre a celebrar fiestas prohibidas en vertederos de felicidad. Pierden la voz en debates y conversaciones de una Rue de Fleureu renovada e ilocalizable, llena de escombros y sueños perdidos de desconocidos niños.
"Peter Pans" libres del tedio y la tensión del país de "Por siempre y Para siempre".
Enfilados en el camino, dando vueltas y más vueltas en una espiral exactamente igual, por siempre.
Justo en el Molino de las estrellas, tuerces a la izquierda, cambias el sentido, sigues por el camino no marcado pero junto al que siguen todos, no los pierdas de vista, por si acaso. Los mundos se funden, las banderas pierden su significado fronterizo y discriminatorio.
Entre montañas de hielo y detergente, zapatos, chalecos y batas fundidos con tertulias de ron con cola. Narices rojas y sombreros de bombín.
La gente se encuentra, perdida, desorientada en un mundo sin rumbo, de órbita desequilibrada. La felicidad se haya entre basura y desperdicios materiales de aquellos que viven en la realidad de "Por siempre y para siempre".
Nuestra única realidad los vertederos de felicidad y, nuestro para siempre, vivir en la incertidumbre.